viernes, 29 de diciembre de 2006

Innovar en Psicología

la psicologia como ciencia joven, nos abre oportunidades, hace unos dias, me encontraba leyendo un libro sobre como criar a los hijos durante los primeros tres meses de vida, el libro es interesante, pero me hizo pensar mucho en los diferentes tipos de investigaciones que se pueden hacer con la psicologia, y eso me agrada, es entoces, cuando se me genera una pregunta que ya me habia hecho antes en una conferencia

¿Como ser innovador?

porque es fácil copiar una idea o hacerle unos pequeños arreglines por aqui y pou aya y listo cierto?
El ser innovador no es lo más o menos importante que debemos preguntarnos, la verdadera interrogante es cómo llegar a ser innovadores en un mundo tan cambiante y tan dinámico como en el que actualmente estamos viviendo, puesto lo que es innovador hoy, ya mañana es algo pasado, es entonces, donde hay que tener un ciertotipo de caracteristicas que logren que nuestros proyectos perduren en el tiempo.

razone esto, y despúes de leer el libro, me di cuenta que es muy difícil ser padre, y cada vez mas esta sociedad se esta preocupando más por que los niños reciban una buena educación, desde la estimulsación prenatal hasta el perfeccionamiento.

y dije tate, que innovador sería crear un tipo de terapia o ayuda psicológica para los que seran por primera vez padres, para que se les haga mas fácil su rol, porque siempre que hay un problema familiar sale uno de los padres con que "a mi nadie me enseño a ser padre" o nadie le enseña a uno a ser padre, bueno ahora si esta la oprtunidad.

que opinan al respecto, resultaría? es innovador?

jueves, 28 de diciembre de 2006

homosexualidad desde el enfoque evolucionista

Este es una sintesis del trabajo que realizamos en conjunto con unos compañeros de carrera para un ramo, espero que les guste.

Homosexualidad y Enfoque Psicoevolutivo

El tema de la homosexualidad no es un tópico menor. Ésta se ha presentado desde los inicios de la humanidad, lo que se puede afirmar por la existencia de distintas evidencias de culturas que presentaban comportamientos homosexuales en el año V antes de Cristo.

A lo largo del tiempo, la homosexualidad ha sufrido distintas modificaciones, en algunas épocas ha sido admitida, en otras rechazada; en algunas culturas como por ejemplo la tribu Batak de Sumatra la impulsa y refuerza como un periodo durante la adolescencia siendo normal en el crecimiento, esto puede causarnos impacto pero es sólo una diferencia cultural, aunque marcada por una gran brecha hacia lo que es concebido como homosexualidad, un ejemplo es que en algunas culturas es perseguida y en otras, incluso, castigada. Desde siempre ha sido una conducta que incita a la reflexión, que genera cuestionamiento y, sobre todo, polémica.

Una de las interrogantes sobre la homosexualidad que aparece en forma más recurrente es la relacionada al “¿se nace o se hace?”, aludiendo a si esta conducta tiene un origen biológico o surge debido a las influencias sociales y ambientales. Por otro lado, se encuentra el persistente cuestionamiento de si acaso es una enfermedad o no.

Frente a estos dilemas, la psicología ha tenido bastante que decir, y las distintas corrientes han intentado definir tanto el origen de la homosexualidad como el concepto per se, por lo que no es de extrañar la innumerable cantidad de hipótesis que intentan explicar e interpretar esta conducta.

Aunque existan variadas hipótesis sobre el origen de esta conducta, es necesario dejar claro que no existe ninguna que sea la verdad absoluta; queda al criterio de cada persona optar por la que encuentre más adecuada.

  • Homosexualidad

La palabra proviene del griego “homoio” que significa mismo, y “sexus”, vocablo latino referente a sexo, es decir, desde lo etimológico la persona homosexual es quien gusta de individuos de su mismo sexo, ya sea sienta excitación erógena y/o atracción afectiva. El término es utilizado para designar tanto el comportamiento masculino como femenino, sin embargo, en este último caso se usa con mayor frecuencia el concepto lesbianismo, en honor a la isla de Lesbos donde residía Safo, poetisa reconocida por sus cantos al amor homosexual.

Para lograr una definición adecuada sobre la homosexualidad es conveniente considerar que existen diferencias con respecto a los siguientes términos: orientación sexual, conducta, desviación y perversión sexual.

En torno al término orientación sexual se puede decir éste hace referencia a la tendencia a sentirse atraído sexual y afectivamente por un objeto, siendo éste persona, objeto o situación a través de la cual se vuelca el impulso sexual (citado en Mora, P., Paredes, M., Pérez, M., 1995).

La conducta sexual hace referencia a la capacidad fisiológica inherente del animal para responder sexualmente a cualquier estímulo que sea suficiente para elicitarlo. Según Kinsey (Pérez, citado en Mora, P., et al. 1995.) sería un tipo de actividad que puede organizarse entre hombres, mujeres y hombres con mujeres; y el término homosexual describiría las relaciones, no a los individuos envueltos en ellas.

Por otra parte, el término desviación se usa para categorizar a los individuos que se apartan de una supuesta norma heterosexual, esto considerado en el sentido sociológico como un comportamiento que viola las normas. Bancroft (citado en Mora, P., et al.1995) alude que también se puede considerar criterios estadísticos y psicopatológicos.

En relación a la perversión Freud plantea que existe una disposición a ella, la que sería originaria y universal de la pulsión sexual de los seres humanos. Además, considera lo perverso como una “actividad sexual desviada del objeto y/o del fin considerado normal”. Muchos planteamientos sobre homosexualidad la consideran una perversión, una aberración, lo que favorece la tesis de la homosexualidad psicopatológica, la cual debería recibir tratamiento.

En un principio, las ideas del por qué algunas personas se sienten atraídas hacia su mismo sexo se sustentaban fundamentalmente en que la heterosexualidad era lo único natural y bueno, por lo tanto se veía la homosexualidad como una anomalía. A mediados de siglo XX la discusión acerca de la definición de este concepto tomó un tinte científico, y surgieron distintas explicaciones teóricas acerca del tema, las que se pueden diferenciar -a grandes rasgos- entre teorías biológicas, que ponen énfasis en características genéticas, fisiológicas y neuroanatómicas; y teorías psicológicas, centradas principalmente en la experiencia y el desarrollo social del individuo, dentro de las cuales se puede citar a autores como Linnhoff y Freud, quienes postulan que la homosexualidad es adquirida o aprendida.

Ahora bien, como se mencionó anteriormente, la homosexualidad en un principio era vista como una anomalía y era considerada una enfermedad. En este contexto, se llevaron a cabo diversos intentos para tratar dicho trastorno, dentro de los que destacan las terapias correctivas –las cuales usaban el reforzamiento positivo y el castigo como método-, tratamientos eméticos, tratamientos hormonales, terapia psicoanalítica –basada en la teoría de Freud, debiéndose sacar a la luz un conflicto que el sujeto había vivenciado durante su desarrollo-, terapias religiosas y morales, e incluso se llegó a practicar la cirugía cerebral, consistente en la destrucción de una parte del hipotálamo, de modo de controlar el comportamiento sexual. Esto a principios de siglo XX, ya que si consideramos antecedentes históricos anteriores a esta época se evidencia la concepción de homosexualidad como pecado, donde ésta no sólo era causa de discriminación, sino que era severamente castigada.

En parte, la visión negativa frente a la homosexualidad todavía perdura, fundamentándose en la noción de esta conducta como transgresora de algunas reglas y valores en los que se apoya un gran porcentaje de las sociedades, dentro de los más poderosos, la herencia genética y la normativa religiosa; no obstante, tras una completa revisión científica sobre el tema, en 1973 la Asociación Americana de Psicología (APA) decidió eliminar la homosexualidad del DMS, y en 1990 la Organización Mundial de Salud (OMS) la retiró de su lista de enfermedades mentales (Sapetti, 1987).

Más esto no fue suficiente, ya que se continuaron practicando terapias para “sanar” a gays y lesbianas. Frente a esta situación, en 1998 la APA emitió una declaración en la que se opone a cualquier tratamiento psiquiátrico basado en asumir la homosexualidad como un desorden mental, y en el 2000 produce otro comunicado que aumenta dicha postura.

En la actualidad tanto la APA como diversas agrupaciones y psicólogos en general, están bastantes integrados en el tema, ya no como enfermedad, sino que enfocados en la ayuda del homosexual en su aceptación y adaptación social.

Para finalizar, es necesario acotar que en la actualidad no existen Test que indiquen índices de homosexualidad.

  • Enfoque Psicoevolutivo

El enfoque psicoevolutivo encuentra su origen en la Teoría de la Evolución propuesta por Darwin, y está sustentado en dos de sus conceptos básicos: selección natural y adaptación.

Con selección natural se entiende que casi todas las características de una especie tienen un valor de supervivencia. Darwin reconoció que la capacidad de reproducirse de una población era mucho mayor que la necesaria para mantener su tamaño constante, y que sólo algunos de los animales que nacían eran capaces de llegar a la madurez sexual. Esto se traduce en que, a largo plazo, los animales que sobreviven están mejor equipados para vivir en su medio ambiente; además, serán estos animales quienes dejarán descendencia, por lo tanto, individuos con mejor adaptación. Cabe destacar que adaptación es un concepto que hace referencia a lo adecuado de un rasgo o característica de una población en relación a un medio ambiente en particular (Plutchik, 1987).

Siguiendo con el tema de la adaptación, diversos autores han planteado que sólo existen unas cuantas clases de este tipo de conductas. Las observaciones realizadas al respecto sugieren que durante el curso de la evolución han aparecido dos tipos generales de adaptación: las respuestas innatas, que corresponden a reacciones genéticamente programadas a ciertos tipos de estimulación, y las respuestas aprendidas, relacionadas con la capacidad de aprender de la experiencia.

La premisa principal del enfoque psicoevolutivo corresponde a que la selección natural no sólo produjo cambios en el cuerpo humano, sino que también en el comportamiento humano. En otras palabras, cualquier comportamiento que sobrevive debe haber sido conservado por ser provechoso para el desarrollo de la especie, es así como –por ejemplo- hemos integrado la capacidad de aprender de la experiencia y las emociones cumplen un rol importante en nuestro mecanismo de adaptación.


  • Comprensión teórica de la homosexualidad a partir del enfoque psicoevolutivo

Para lograr entender el concepto de homosexualidad bajo la óptica de la evolución, ha de tenerse en cuenta dos supuestos básicos de la teoría propuesta por Darwin: su carácter genético y su principio adaptativo. Con estos aspectos en consideración, se puede proceder a explicar la homosexualidad en función de si es –o no- heredada genéticamente y si corresponde a un mecanismo de adaptación.

Uno de los primeros intentos por explicar la homosexualidad desde un punto de vista adaptativo se halla en el libro del zoólogo y etólogo británico Desmond Morris. Este autor, al hacer un análisis del ser humano como un animal, plantea la hipótesis de que la homosexualidad es una anormalidad fisiológica funcional adaptativamente, como método natural de control poblacional. Según Morris, la homosexualidad se dispara conforme aumenta la población. Es un mecanismo de defensa que evita de alguna forma la reproducción excesiva. Sumando los homosexuales a los estériles y a los célibes voluntarios el crecimiento demográfico se controla naturalmente. Como se verá más adelante, esta teoría de finales de la década de los 60’s aún hoy en día mantiene fieles seguidores.

Sin embargo, la evidencia ha avanzado mucho desde entonces. De modo de adentrarnos al tema, se ha de considerar que estudios biológicos han revelado diferencias entre homosexuales y heterosexuales en su exposición a las hormonas prenatales (Levay, citado en Werner), estructuras del cerebro y posiblemente otras características tales como patrones de la huella digital.

Entorno a la teoría de las hormonas prenatales, se han realizado estudios descubriendo que los varones homosexuales tienen niveles de andrógenos circulantes más bajos que los heterosexuales. Las hormonas prenatales pueden afectar a la organización del sistema nervioso central: la presencia efectiva de andrógenos en la vida prenatal parece contribuir a la orientación sexual hacia las mujeres y la deficiencia de andrógenos prenatales parece provocar la orientación sexual hacia los hombres. Se puede citar también que las mujeres preadolescentes expuestas a grandes cantidades de andrógenos antes del nacimiento son inusualmente agresivas y los niños expuestos a un exceso de hormonas femeninas en el útero son menos atléticos, menos asertivos y menos agresivos que los otros niños.

Otros autores mencionan que la exposición a hormonas prenatales está relacionada a una estrategia reproductiva adaptante de una madre. Es decir, en tiempos de tensión, cuando es difícil criar a niños, puede ser adaptante tener algunos niños homosexuales que podrían ayudar a los descendientes de sus hermanos en vez de tener descendientes propios, aunque esta idea suena descabellada ha tenido una integración buena, puesto que estudios demuestran que en una familia grande se da mucho mas la homosexualidad en los últimos hermanos, lo que tiende a comprobar la hipótesis.

Dentro del contexto de la biología se puede aludir la investigación del neurólogo LeVay, quien a principios de 1990 decidió estudiar una pequeña zona en la parte inferior del encéfalo -que ocupa menos del 1% de volumen total del cerebro- de homosexuales fallecidos de sida, conocida como el núcleo intersticial del hipotálamo 3 (INAH3, en sus siglas inglesas), una zona etiquetada por muchos expertos como muy importante a la hora de determinar las tendencias sexuales de la gente.
Ya, desde hacía tiempo, se sabía que el INAH3 de las mujeres era menor que el
de los hombres y LeVay sospechaba que alguna diferencia de este tipo podía aparecer también en los homosexuales. Al final del trabajo, con datos en la mano, el volumen de esa pequeñísima zona del cerebro de los homosexuales era significativamente menor que el de sus congéneres que siempre se sintieron atraídos por mujeres, comprobando su hipótesis.
LeVay (citado en Werner) abrió las puertas de una dimensión desconocida sobre el estudio de la homosexualidad, lo que nos lleva a pensar que ésta es una característica con la cual algunos sujetos nacen, y no se hace durante el desarrollo psicoevolutivo.

Otra evidencia de que la homosexualidad sea de origen genético, son las investigaciones de Richard Pillard y James Weinrich, dos especialistas de la Universidad de Boston, quienes vienen observando el árbol genealógico de los homosexuales desde 1985 y han probado que el 57% de los hermanos gemelos idénticos de un homosexual es, asimismo, homosexual.

La probabilidad disminuye al 24% cuando el hermano no es gemelo idéntico y, al 13%, si la relación se limita a un hermano adoptado.
Estas conclusiones llevaron a Dean Hammer -científico del Instituto Nacional del Cáncer en EEUU- a intentar descubrir la existencia de los genes responsables de la homosexualidad. Hammer cree que en alguna zona del cromosoma X -heredado de la madre- puede haber un locus que determine la inclinación sexual de los varones.
Al parecer, en el brazo largo del cromosoma X (una zona conocida por Xq28) existe un marcador idéntico compartido por un elevado porcentaje de hermanos que son homosexuales, que es, por otra parte, sólo compartido por la madre y no por el padre o los hermanos heterosexuales.

Con independencia de cuál sea el mecanismo responsable de la orientación sexual de un individuo en particular, los científicos han comenzado a plantearse la posibilidad de que el comportamiento homosexual sea un producto del proceso evolutivo explicable en términos de “valor adaptativo”, planteado en la teoría evolutiva de Darwin. A fin de cuentas, el fenotipo humano, como el de cualquier otra especie animal, está integrado por diversas pautas de comportamiento que tienden a maximizar el éxito reproductivo individual. Sin embargo, si aceptamos que la selección natural actúa sobre las poblaciones humanas, ¿cómo podemos explicar la aparición y el mantenimiento de comportamientos homosexuales que, al menos en apariencia, no contribuyen a la reproducción de los individuos que los exhiben? Son varias las hipótesis que se han propuesto para tratar de resolver este interesante dilema. Algunos autores han creído encontrar el valor adaptativo del comportamiento homosexual dentro de un contexto de selección por parentesco. Otros hablan de genes “gay” que sólo se expresan en condiciones de heterocigosis y que confieren ciertas ventajas que mejoran los resultados reproductivos de los individuos portadores. Se ha llegado incluso a plantear la posibilidad de que el comportamiento homosexual sea una forma de preparación para las cópulas heterosexuales y la competición espermática. ¿Cómo es esto posible? La respuesta puede parecer muy sencilla. Algunos rasgos característicos de los homosexuales, como la ternura, sensibilidad, entre otros, puede ser de enorme valor para la atracción sexual, fenómeno de enorme importancia reproductiva – mucho más atractivo, postulan Wallace y Werner, que conductas violentistas que pueden ocasionar la muerte prematura del macho potencialmente padre. Así, la homosexualidad sería una anomalía de valor adaptativo, puesto que en su forma pura, el macho amoroso, es efectivamente exitosa reproductivamente. Esto, desde luego, no transforma a la homosexualidad en una aberración, sino en un efecto colateral inofensivo de una técnica reproductiva de enorme fuerza adaptativa, y por tanto, de gran valor evolutivo.

Por otra parte, investigaciones en bonobós, nuestro parientes primates más cercanos, indican que la homosexualidad podría servir como herramienta social, en considerando que estos primates presentan evidencias de homosexualidad funcional como método de creación de estatus. Aquéllos con mayor estatus pueden tener tanto machos como hembras, y en situaciones de conflicto, un macho puede ofrecerse sexualmente como método de pacificación; en otra posibilidad, los bonobós homosexuales se revelan como una gran ayuda para las madres bonobós, participando activamente en la crianza de los jóvenes. Esto, para mostrar que la homosexualidad bien pudiera ser una conducta social evolutiva, sea que aún perdure como característica funcional o afuncional (Kirkpatrick, 2000).

A pesar de la diversidad de hipótesis propuestas, de momento todavía carecemos de un marco teórico adecuado que permita una interpretación satisfactoria de la existencia del comportamiento homosexual. No debe extrañar, por tanto, que la cuestión de su valor adaptativo siga siendo objeto de debate. Una de las ideas más interesantes surgidas en los últimos años en relación a este debate toma como punto de referencia la función que desempeña el comportamiento homosexual en las sociedades humanas. La hipótesis básica sobre la que descansa esta idea es que la sexualidad humana puede tener otros propósitos aparte de los puramente reproductivos.

De hecho, una hipótesis plantea que la homosexualidad es una forma de mantener el “control poblacional, refiriéndose a mantener las tasas de natalidad en un nivel estable”, esto explicaría la alza que se a tenido de la homosexualidad en los últimos tiempos, ya que, según esta hipótesis, esto se debe al aumento de la esperanza de vida y los avances de la medicina, lo que provocan una alza generalizada de la población, es aquí donde la homosexualidad juega el papel de mantener el nivel poblacional, puesto que entre parejas homosexuales no se pueden engendrar descendencia.

En el artículo publicado en 1995 por el antropólogo Paul L. Vasey, de la Universidad de Montreal (Canadá), se plantea la hipótesis es el papel social reservado a la sexualidad, el mayor apoyo a esta hipótesis proviene de la propia extensión que alcanza el comportamiento homosexual entre los primates no humanos, donde los machos realizan actos homosexuales, en señal de poder social. En datos procedentes de informes científicos y comunicaciones personales de diversos primatólogos, se demuestra que por lo menos 33 especies de primates, sin contar a la especie humana, exhiben comportamientos homosexuales (Guillén Salazar, n.d. 2006).

Según la evidencia reunida por Vasey sugiere que el comportamiento homosexual de los primates refleja más una faceta normal de su repertorio sexual que una respuesta anormal frente a las condiciones de cautividad, lo que nos lleva a pensar que la homosexualidad en estos primates es algo normal y aceptado.


Sobre la homosexualidad en sí, si bien se desconoce su origen, los estudios revelan que tiene una base biológica importante. Sin embargo, esto no quiere decir que sea una conducta determinada genéticamente, sino que son varios los factores que influyen, como la cognición y el ambiente (influencia sociocultural). Desde esta perspectiva, la homosexualidad se explicaría en función de un modelo multidimensional, en el que la herencia genética sería la base, mas no con un fin determinista, sino que como propensión a originar la eventual aparición de la conducta, si es que surgen los factores que la susciten.




la intencionalidad del psicologo

Introducción

Ser psicólogo no solo consiste en poseer determinado tipo de informaciones, con las técnicas correspondientes, sino también en algo mucho mas profundo, como ser una persona con un conjunto de características cognoscitivas, afectivas y sociales que le promuevan hacia una intención personalizada, haciéndole capaz de interaccionar con sus pacientes, de manera que estos puedan confiar sin tener por qué temer.

La intencionalidad (actitud puesta en marcha de manera consciente) a lograr en la relación terapéutica puede ser el desarrollo de la espontaneidad, el cambio, la apertura, la creatividad, la seguridad en uno mismo, la autonomía…tendiendo así a estimular en el individuo la motivación adecuada para lograr la gratificación que él estima como deseable.

Tres modelos de intencionalidad


Podríamos señalar tres escalas, no correlativas, de intencionalidad como son: la promoción de la autonomía, la promoción de la armonía y la promoción de la perfección de la naturaleza humana.

La primera de las escalas, la promoción de la autonomía, tiene como objetivo o meta la autorrealización, con lo que es la propia persona, siguiendo sus necesidades, quien decide lo que debe hacerse a través de la relación.

La segunda escala, promoción de la armonía, pretende no tanto que la persona se mire en el medio exterior, sino que se acomode desde él como ser. Por lo tanto el objeto o meta es la persona bien integrada con su ser. Así, es el propio sujeto quien decide lo que debe hacerse en su evolución, pero buscando aquello que le sea útil, valido como ser.

Y por último, la tercera escala, ayuda a que el paciente no se acomode a las conductas o intereses de una determinada sociedad, sino que conduzca su vida de acuerdo con los valores que considera verdaderos en sí mismos. Es decir, el objetivo que persigue es la persona, y en su relación terapéutica buscar el proceso que le permita retomar la dirección correcta hacia su ser interno.

Sea cual sea el modelo que utilizamos, cada caso debe tratarse de forma personalizada y única, adecuando nuestra intencionalidad como psicólogos a cada paciente, ayudando en el logro de los objetivos basados en sus necesidades y que más respeten su condición y posibilidades emocionales, mentales y psíquicas.


Intencionalidad y los principios éticos

Existe una importante relación entre la intencionalidad del psicólogo y principios éticos: Autonomía, Beneficencia y Justicia.

Dentro de nuestra intención como psicólogos debe llevar implícito el deber de hacer bien o al menos el de no perjudicar (Beneficencia). Así mismo debería ser una actitud intencional basada en el derecho a ser respetado en las decisiones que la persona toma sobre sí mismo sin perjudicar a otros (Autonomía). Por otro lado, actuar mediante el imperativo moral que nos obliga a la igual consideración y respeto por todos los seres humanos, evitando así, todo tipo de discriminación y promoviendo el principio de Justicia.

De igual modo, en estrecha relación con la intencionalidad del psicólogo, se encuentran las tres reglas éticas fundamentales: confidencialidad, veracidad y fidelidad.

La relación de ayuda, en donde se da la confesión, el respeto, la seguridad, intimidad, privacidad; implica la norma ética de confidencialidad, es decir, la protección de toda información considerada secreta.

Respecto a las reglas éticas de veracidad y fidelidad, señalar que deben estar presentes en nuestra actitud como psicólogos. El deber de veracidad se deriva del de fidelidad a los acuerdos, con lo que todo profesional, en su intención con el paciente, debe evitar cualquier tipo de engaño o ambigüedad en cuanto a los objetivos propuestos, haciendo todo lo posible para que su actuación no induzca a malentendidos. Dada nuestra intención ante la situación del paciente deberemos guardar la fidelidad a las promesas hechas, llevándolas a cabo con determinadas conductas técnicas y éticas.

Así mismo, no deberíamos confundir " promesa" con " propósito". Ya que este ultimo implica la voluntad de tener un determinado comportamiento, sin que ello genere una obligación. Por el contrario, el que no cumple una promesa puede ser culpable de perjudicar al otro, debido a las decisiones que puede tomar como consecuencia de la promesa. Es decir, cuando prometemos que haremos algo en relación con el paciente, nuestra intención provoca una confianza cierta, por el hecho de que se afirma como verdadera y prometida.

Conclusión

El psicólogo tiene una enorme responsabilidad y por ello debe ser consciente en cuanto a las técnicas y a su intencionalidad, ya que sus teorías acertadas o no, pueden tener el carácter de " profecía que se autocumple".

Aquella actitud puesta en marcha de manera consciente o intencionalidad que se tiene con el paciente se refuerza de manera positiva, inconsciente o conscientemente, lo cual lleva a un aumento de motivación y de autoeficacia, teniendo así más probabilidad de suceder.

La intencionalidad está determinada por la actitud, y esta última determina la acción. Por lo tanto sin intencionalidad no hay actitud ni acción, convirtiéndose cada paciente en un número más. Por el contrario, si en la relación de ayuda definimos nuestra intencionalidad, de forma personalizada, tendremos una actitud positiva que nos llevara a realizar las acciones necesarias para la consecución de los objetivos. Estando siempre atentos a la evolución del problema para modificar los objetivos si es necesario.

El proceso terapéutico debería implicar tener una intencionalidad, así como la supervisión del mismo, utilizando para ello la evaluación, es decir comparar nuestra intencionalidad, donde queremos llegar, con la realidad, donde estamos o donde hemos llegado. Pudiendo así modificar, si fuese necesario, las acciones que se están llevando a cabo para conseguir determinada meta.